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Articulaciones: cuando el movimiento empieza a causar dolor

Casi nunca pensamos en las articulaciones. Hasta que empiezan a doler.

Y cuando empieza, no le damos importancia inmediatamente. Piénsalo: ¿cuántas veces has oído a personas mayores decir "me duele todo"? Las rodillas, la espalda, los dedos... "es la edad", "es normal", "todo el mundo vive así". Y desde la infancia, tenemos la sensación de que el dolor en las articulaciones no es un problema, sino una parte casi obligatoria del crecimiento. Duele. Cruje. Limita el movimiento.

Nos acostumbramos al dolor. Lo vemos como parte de la vida. Pero las articulaciones no toleran la ignorancia. El dolor no es la norma. Es una señal. Y cuanto más tardemos en ignorarlo, más fuerte será el final.

Dolor, crujido, rigidez, pesadez... parece que es sólo cansancio, la edad, la carga. Pero es con estas «nimiedades» con las que empieza la destrucción. Va poco a poco, sin señales fuertes, hasta que un día resulta difícil no sólo correr, sino caminar, subir escaleras, agacharse, levantarse de la cama.

Las enfermedades articulares son el problema crónico más prevalente en España, por encima incluso de las enfermedades cardiovasculares. Y cada vez afectan a personas más jóvenes.
  • Casi el 30 % de los adultos españoles ha experimentado dolor articular al menos una vez en la vida.
  • En España, más de 12 millones de personas viven con un diagnóstico de artrosis, aunque la cifra real podría ser aún mayor.
  • Las enfermedades crónicas del aparato musculoesquelético son la principal causa de discapacidad entre las mujeres.
Si sientes dolor en las rodillas, tensión en las articulaciones, rigidez en los movimientos, no es la edad. Es una señal. Y cuanto antes reaccione, más posibilidades tendrá de mantener la movilidad y evitar la cirugía.
Articulaciones: cuando el movimiento empieza a causar dolor
Articulaciones y comorbilidades: una cadena que no debe ignorarse

El dolor articular rara vez es aislado. En cuanto una persona empieza a moverse menos, se pone en marcha toda una cascada de trastornos en otros sistemas. No sólo sufre el sistema músculo-esquelético, sino también el metabolismo, el corazón, los vasos sanguíneos, incluso la psique.

– Tromboembolismo. Uno de los riesgos más peligrosos, pero del que se habla poco, es el deterioro de la movilidad. Cuando una persona se mueve menos debido al dolor articular, la sangre de las venas se estanca. Esto crea las condiciones para la formación de coágulos sanguíneos. Un trombo de este tipo puede desprenderse y obstruir la arteria pulmonar. Es lo que se conoce como embolia pulmonar, y en el 30% de los casos acaba en muerte. Sin previo aviso. Sin una segunda oportunidad.

–Sobrepeso. Una movilidad limitada conlleva un menor consumo de energía y, en consecuencia, un aumento de peso. Y todos esos kilos de más 5: son +30 kg de carga sobre las rodillas al caminar.

– Diabetes y síndrome metabólico. El sedentarismo empeora la sensibilidad a la insulina. Los niveles de azúcar aumentan, lo que incrementa el riesgo de diabetes de tipo 2 y todas sus complicaciones asociadas.

– Hipertensión. La falta de movimiento provoca una reducción de la elasticidad de los vasos sanguíneos, una ruptura del tono y un deterioro del flujo sanguíneo. Aumenta la presión. Y aumenta la carga sobre el corazón.

– Aterosclerosis. Un estilo de vida sedentario acelera el depósito de colesterol en las paredes de los vasos sanguíneos. Esto aumenta el riesgo de ictus e infarto de miocardio.

– Inflamación crónica. El proceso inflamatorio no se limita a la propia articulación. Puede mantener un contexto general de inflamación en el organismo que destruye tejidos, vasos sanguíneos y órganos internos.

– Depresión y ansiedad. El dolor constante, la limitación de movimientos, la reducción de la calidad de vida... todo ello afecta a la psique. La gente empieza a sentirse vieja, enferma e impotente. Esto empeora el estado general y reduce la motivación para el tratamiento.
Por eso no se puede «esperar a que pase» con las articulaciones. No se trata sólo del dolor al caminar. Se trata de la salud general, la esperanza de vida y la calidad del envejecimiento.
Póngase a prueba

¿Le cuesta levantarse por la mañana? ¿Sientes que las rodillas o la zona lumbar "no son tuyas" los primeros minutos?

Esto significa que las articulaciones no reciben una nutrición completa por la noche. La inflamación aumenta en reposo y, por la mañana, las articulaciones pierden movilidad. Este es uno de los primeros signos de la artrosis.
¿Crujen las articulaciones durante el movimiento, sobre todo las rodillas o los hombros?

Un crujido es señal de que el cartílago ya se ha adelgazado. Las superficies rozan entre sí sin amortiguación y, si no intervienes, comenzará la destrucción mecánica de las articulaciones.

¿Ha notado que cada vez le cuesta más subir las escaleras o caminar durante mucho tiempo?

La articulación pierde su capacidad para absorber impactos, los músculos se debilitan y la inflamación limita el movimiento. Cada paso se convierte en una carga que acelera el desgaste.
Había una sensación de pesadez en las piernas, sobre todo por la noche?
Puede que no se trate sólo de fatiga. El deterioro de la movilidad provoca el estancamiento de la sangre en las venas. Y ése es el primer paso hacia las varices y, en casos graves, la formación de coágulos. Un coágulo de este tipo puede ser mortal.

Si te reconoces en al menos un punto, no es "fatiga" ni "norma". Estos son signos de que la articulación ya está perdiendo movilidad y que el cartílago se alimenta.

Primero una ligera tirantez por la mañana. Luego, un crujido que antes no existía. Y entonces dejas de correr, dejas de estar de pie, dejas de agacharte. Cambia de ruta. Evita los movimientos. Acostúmbrate. Y la articulación en ese punto sigue deshaciéndose.
Así comienza la artrosis. Así comienza la inflamación. Así se pierde movilidad, no inmediatamente, pero sí poco a poco.
Por qué el dolor no es sólo un síntoma, sino una advertencia
El cartílago articular no duele. Simplemente se borra - silenciosamente. Y el dolor comienza cuando la inflamación llega a los nervios. O cuando los huesos empiezan a rozarse entre sí.

Por eso el dolor ya no es el principio, sino la mitad del proceso. Y cuanto más esperes, mayor será el riesgo:
  • pérdida de movilidad,
  • dolor constante,
  • necesidad de cirugía.
Esto destruye las articulaciones:
Casi nunca llega una razón. La mayoría de las veces, la articulación se destruye bajo la presión de varios factores que trabajan juntos y se refuerzan mutuamente.

Enfermedades sistémicas: diabetes, hipertensión, obesidad

Estas afecciones aumentan la inflamación en todo el organismo. En la diabetes, los nervios y los capilares sufren, la obesidad aumenta la carga sobre las articulaciones y la hipertensión altera la microcirculación. Juntos, crean un telón de fondo en el que la articulación se colapsa 2-3 veces más rápido.

Sedentarismo = Interrupción del flujo sanguíneo

Las articulaciones se abastecen de capilares y tejidos periarticulares. Si la circulación sanguínea se interrumpe -por ejemplo, como consecuencia de un estilo de vida sedentario o de problemas vasculares-, el cartílago y los ligamentos simplemente no reciben las sustancias adecuadas. Esto acelera el desgaste.

Desgaste del cartílago (artrosis)

El cartílago es lo que protege a los huesos de la fricción. Es fino pero duradero. Cuando se reduce, los huesos empiezan a entrar en contacto directo, lo que provoca dolor, inflamación y destrucción. La artrosis es exactamente ese desgaste. Se desarrolla lenta pero irreversiblemente.

Inflamación (artritis, gota)

Aunque el cartílago aún no se haya borrado, la inflamación puede destruir la articulación desde dentro. En la artritis, el sistema inmunitario ataca sus propios tejidos. En la gota, los cristales de ácido úrico dañan la superficie de la articulación. Esto provoca hinchazón, dolor, enrojecimiento y pérdida de movilidad.

Lesiones y microlesiones.

A menudo, todo empieza con una contusión, un esguince o un traumatismo menor que no se ha curado. La articulación se "despega" de su régimen habitual y comienza una reacción en cadena: hinchazón, carga, inflamación, destrucción.
Estas afecciones aumentan la inflamación en todo el organismo. En la diabetes, los nervios y los capilares sufren, la obesidad aumenta la carga sobre las articulaciones y la hipertensión altera la microcirculación. Juntos, crean un telón de fondo en el que la articulación se colapsa 2-3 veces más rápido.
Por qué las pomadas y las pastillas no resuelven el problema
Sí, cada vez es más fácil. El dolor está remitiendo. Las articulaciones parecen haber vuelto a la normalidad. Pero es sólo temporal. Las pastillas y las pomadas alivian la inflamación. No tratan la articulación, no restauran el cartílago, no mejoran la nutrición de los tejidos. En cuanto desaparece la acción del medicamento, el proceso continúa. Silenciosamente, sin síntomas. Hasta que es demasiado tarde.

El cartílago no vuelve a crecer. La articulación no se regenera. Y si te limitas a aliviar el dolor, pierdes el tiempo. Y luego, cuando el dolor reaparezca, es posible que casi no quede cartílago. Y ninguna pastilla ayudará más. Sólo una operación. O una prótesis.
Lo que realmente necesitan las articulaciones:
La articulación no necesita una pastilla analgésica, necesita apoyo desde dentro:

  • Eliminar la inflamación. Pero no agresivamente, pero suavemente-sin golpear el tracto gastrointestinal y sin pobochek.
  • Mejorar la microcirculación. Para que los nutrientes lleguen realmente al cartílago y a los tejidos.
  • Apoyar el cartílago. Glucosamina, colágeno, vitaminas y minerales son los «ladrillos» de la que el cuerpo restaura las superficies articulares.
  • Reduzca la carga. Especialmente si tiene sobrepeso: cada 5 kg de más son +30 kg sobre las rodillas al caminar.
  • Normalice su metabolismo. La diabetes, la hipertensión, la aterosclerosis, todo ello agrava la nutrición de las articulaciones y acelera su destrucción.

No es un curso de una semana. No es un ungüento que se unta de caso en caso. Es un apoyo completo - todos los días, estable, no agresivo.
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